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Haber elegido como profesión la docencia no es suficiente para ejercer el magisterio. Se requiere una paciente experiencia que con los años garantiza el ejercicio idóneo y eficiente; una prolongada experiencia que acumula lo que se ha denominado Saber Pedagógico, lo cual equivale a considerar una Cultura Pedagógica. Esto quiere decir que la tal Cultura Pedagógica es un compuesto de representaciones, valoraciones, actitudes y disposiciones concretas (Ávila R, 2008), que deben ser discutibles en cualquier institución educativa, pero más en aquellas que son formadoras de maestros.
Existiendo una cultura pedagógica, la posibilidad de formación de seres humanos bajo esta cultura, sólo será posible en tanto ella crea especificaciones en las personas formadas en dicha cultura; especificaciones que los distinguirán de las personas formadas en otras profesiones. El Homo Pedagogicus, “cultivado en y por la cultura pedagógica, puede llegar a desarrollar esa actitud del espíritu que permite distinguir a un pedagogo entre mil profesionales: el estilo pedagógico” [i].
Cultura pedagógica y Estilo Pedagógico en el maestro van agarrados de la mano. La una contextualiza lo social; el otro, contextualiza el ser profesional.
Las condiciones de existencia del maestro como resultado de ejecuciones de políticas neoliberales, deberá ser un contenido en la formación de maestros, para que en este contexto se le posibilite la búsqueda de su dignidad y status profesional, muy poco reconocido por los gobiernos nacionales. En este aspecto no nos detendremos puesto que de todos son conocidas esas condiciones de existencia; en cambio sí lo haremos en el aspecto que se denomina el Estilo Pedagógico que lo inserta en el concierto de las profesiones y lo distingue de otros profesionales.
“El maestro va a la escuela a llevá la educación,
que ningún padre a su hijo le puede enseñá en la casa...”
Este verso extraído de una canción popular, evoca la particularidad de las herramientas de su profesión; de la misma manera en que son diferentes las herramientas de un ingeniero, un médico, o arquitecto, así lo son todas con respecto a las herramientas esenciales de uso del maestro. Unas son instrumentos físicos, en tanto que las del maestro son esencialmente de naturaleza conceptual, así se apoye, para desarrollar ciertas actividades, de instrumentos físicos como los que puede usar en el laboratorio o los instrumentos de la telemática.
Concretamente nos referimos al hecho de que las herramientas esenciales del maestro son herramientas de carácter abstracto; de ahí que el estilo pedagógico pasa por la comprensión, aprehensión y diferenciación, (en maestros en formación y en los activos también), de los conceptos de pedagogía, educación, didáctica, enseñanza e instrucción; conceptos esenciales para la identificación de la naturaleza de las relaciones que se establecen en la relación pedagógica, la enseñanza de habilidades de pensamiento como la reflexión y el pensamiento crítico, constituidos en Habitus, para lograr un alcance y una visión suficientemente grande y observar la real realidad del mundo escolar.
Realidad percibida sólo si se constituyen hábitos para pensar críticamente (pensamiento crítico), para que el estilo se propague y enseñe ejemplarmente en la necesidad que tiene el ser humano, no sólo de la adquisición de conocimientos, sino también pensar los fenómenos sociales, políticos, geográficos y ambientales a los que se enfrenta, con criterio propio e informado, para aprender a tener comportamientos como sujeto político y ciudadano.
Pero lo que se ve en procesos electorales como el que estamos “padeciendo”, no es otra cosa que la falta de decisión racional para confirmar o contrastar sus propias ideas o prejuicios morales, cualquiera que se tenga.
El hábito o estilo pedagógico, obliga a enseñar que siempre hay que hacer una toma de distancia” respecto de la propaganda, los medios de comunicación, las redes sociales, etc. Activar esta capacidad es la gran dificultad hoy tanto en la escuela básica y media como en la formadora de docentes; la razón: no es posible enseñar lo que no sabes o no practicas cotidianamente. Cotejar los debates, analizar los argumentos de todos los implicados, contrastar las fuentes de información primero, para después adoptar una decisión propia, es un habito que difícilmente encontramos dentro de las clases de los maestros. Como tampoco en las vidas de muchos.
El punto de reflexión entonces es el siguiente: la educación debe dar el giro hacia la inculcación de hábitos.
Estilo pedagógico es también un tipo de sensibilidad, que se pone de manifiesto en la actitud de compromiso que es una manera de justificarse como maestro (o maestra). El tipo de sensibilidad que el maestro o maestra expresa es tan importante como los conocimientos que transmite. Esta sensibilidad implica la dimensión humana que subyace en la educación. Implica romper con el paradigma de la educación como herramienta económica y a su vez incorporándola como Desarrollo Humano.
Enfoque que cuestiona, entre otros, el hecho de que la educación no compadezca, o compadezca muy poco, a las poblaciones en condiciones de vulnerabilidad, circunstancia que dificulta la capacidad de la institución escolar para abordar la complejidad de los problemas globales. El desafío es re-enchufar la educación a las humanidades para formar ciudadanos del mundo que trascienden su realidad territorial y su condición de vulnerabilidad. Por eso conlleva al desarrollo de tres capacidades:
Capacidad para el Desafío Contextual, que es la capacidad para la reflexión y autoreflexión que soluciona problemas concretos de la vida real; son procesos que ocurren en escenarios pedagógicos creados para tal fin.
Capacidad para el Desafío Holístico Social, para que el sujeto comprendiéndose como ser humano, comprenda de igual modo, que siempre está en interdependencia con los otros seres humanos, ya sea dentro o por fuera de los límites de su territorio, es decir, en los marcos de un mundo globalizado y donde sea capaz de superar sentimientos estrechos y agresivos de nacionalismos o regionalismos.
Capacidad para Desafíos de Alteridad o capacidad para interrogarnos por el mundo interior propio y el de los demás y así, colocarnos en las circunstancias del otro, no como un proceso automático, sino como un proceso derivado del mundo de las experiencias que a su vez ha sido reflexionado.
El punto de reflexión entonces es el siguiente: ¿Somos los docentes en gran parte responsables de que la situación esté como está?. El sistema puede ser malo, la política corrupta, las instituciones obsoletas, etc., pero los docentes tenemos, o se supone que tenemos, un “estilo pedagógico” y por ello no puede haber justificativo para la falta de replanteos y la inercia en la acción. Es como dice Gadamer: debemos dar significado y sentido a los acontecimientos...
Referencias
[i] [i]García Vera, Nylza, “Pedagogía para principiantes o Principios de Formación del homo pedagogicus”, en Revista Pedagogía y Saberes, Nº 30, Página 146, Bogotá, 2009
Braslavsky, C Diez factores para una educación de calidad para todos en el siglo XXI. Santillana, Madrid, (2004)
Unesco, Objetivos de Desarrollo Sostenible. 2015
Avila, Penagos, R ¿Qué es pedagogía?, 1994