Comenzó como una neumonía de origen desconocido. Eso fue lo que dijeron las autoridades sanitarias chinas. Más tarde, el 7 de enero, se identificó la dolencia como un nuevo coronavirus: el Covid19. China comunicó el 31 de diciembre que en la ciudad de Wuhan ya habían 27 casos y que este mal podía transmitirse de persona a persona. Casi un mes después, el 29 de enero de 2020, China reportaba seis mil casos por fuera de sus pronósticos.
De ahí en adelante, el rumbo de la información corrió por cuenta de las redes sociales que cruzaban mensajes, memes, caricaturas, videos, chistes, etc con ironía, sorpresa, perplejidad, desconcierto, miedo y por último pánico. A lo que en un comienzo se le puso el nombre de epidemia, poco después se bautizó de nuevo como pandemia.
No vamos a tratar aquí las connotaciones epidemiológicas ni sanitarias del Covid19. Nos llama la atención, cómo a falta de una información científica oportuna y al instante, fueron las redes sociales las que se pusieron a la vanguardia de esta “información” o bulo[1] informático. Solo hasta ahora, tres meses después, empiezan a aparecer documentos con cierto nivel de cientificidad, producto de indagaciones hechas sobre la marcha pandémica, o sea, “a la carrera”.
Pareciera como si la humanidad estuviera estrenándose en las redes sociales respecto de un problema con características de globalidad y a la vez planetario. Es cierto que para el año 2009 con la gripe Aviar ya existían las redes, pero apenas despuntaban socialmente. Facebook y Tweeter unos años antes eran insignificantes frente a la comunicación en tiempo real.
Pero ahora, para el manejo de la información pandémica en tiempo real, existen los canales de las redes donde los mensajes racionales y oficiales, “comunican” paralelamente, con ramblazos desinformativos dirigidos hacia una población con las defensas bajas.
En efecto, son muchas las publicaciones en las redes sociales que por ignorancia o de manera deliberada, pretenden propagar consejos sin garantía científica o bulos sobre situaciones de emergencia que no se corresponde con el momento actual. Este es el fenómeno que queremos abordar: la información de las redes sociales, versus, una cultura que asimila sucesos con facilidad y sin amago reflexivo, pero tampoco sin sospecha crítica.
No es un comportamiento exclusivamente colombiano. Una gran parte de la humanidad planetaria está viviendo y padeciendo con rigor algunos impactos desafortunados de las redes sociales.
Escolares colombianos, así como gentes de todas las clases, muestran un perfil igual de comportamiento social en el contexto de las redes sociales y la pandemia. Quienes quedamos en modo reflexivo nos dejamos llevar por la siguiente reflexión: Modelos educativos traídos como ejemplos al contexto de Colombia, parecieran no haber impactado favorablemente en sus respectivas sociedades, sobre todo si se hacen comparaciones respecto de los comportamientos sociales, específicamente en aquellos relacionadas con procesamiento de la información social en contextos de crisis como los que estamos atravesando.
Tal vez, y me cuento entre ellos, estemos dando una interpretación distinta al SixDegrees.com creado en 1997 por Andrew Weinreich quien siguió la teoría propuesta por Stanley Milgram en los años 60, en el sentido de que ningún individuo está separado por más de seis grados de otro. Milgram realizó experimentos en los que le pedían a la gente que le hiciera llegar una carta a alguien que solo ella conociera por el nombre. Su intención era que la carta arribara por lo menos a una persona en otra ciudad, calculando que el número promedio de veces que la carta pasaba de manos para llegar a estas personas, era seis. De ahí los "seis grados de separación".
A comienzos de los noventa ya existía la World Wide Web, pero la conexión de internet se hacía por teléfono y poca gente tenía correo electrónico. Netscape era el principal buscador. Ahí es donde Weinreich entra en escena, aprovecha internet y crea una especie de “directorio electrónico” que enlazaba un usuario con personas que este conociera y a su vez con otras que estos conocían, en una progresión geométrica. En enero de 1997 se lanzó Six Degrees en el legendario edificio Puck en Manhattan, iniciándose con este discurso: "El desafío es construir una comunidad y que sea capaz de encender una llama”.
Pues bien, la llama quedó encendida y pienso que para siempre, porque sería ridículo su detención. Pero sus efectos pueden ir más lejos de encender llamas; ejemplos los tenemos a diario y la pandemia no es la excepción.
Por lo que en nuestra reflexión se refiere, pensamos que aun por encima de los modelos educativos idiosincráticos en el mundo de hoy, se establecen estándares emocionales muchas veces creados por las redes sociales electrónicas, estando además, ellas disponibles para su homogeneización. Sí, la homogenización emocional. No es un asunto de emoticones ni de emojis para expresar emociones; se trata del manejo reactivo de las emociones o el cultivo de las emociones, para las cuales son necesarias estrategias de aprendizaje.
Lo que está a nuestro entendimiento, es que si el elemento cultural o idiosincráticos de los modelos educativos no son capaces de romper el paradigma de la homogeneización emocional que se cierne sobre los educandos o de una población completa, es porque hacen falta dimensiones en dichos modelos o que aun no están totalmente integradas a los currículos.
Se me ocurre entonces, pensar y operacionalizar el concepto de habitus Digital, derivado de la sociología de Pierre Bourdieu, para identificar los modos en que se han incorporando las redes sociales a la cultura y las prácticas sociales. O de ponerlo a prueba, para saber si es pertinente para la comprensión del modo en que los individuos funcionan en el marco de la cultura digital.
Dicho de otra forma, si el habitus digital comprende el conjunto de capacidades y prácticas que los individuos desarrollan en el marco de la cultura digital, es pertinente intervenir el sentido de competencias y capacidades con las que se pretenden formar a la sociedad. Pensando en ello, una de esas capacidades y práctica es la que propone Charles Fadel[2] como una dimensión de las actitudes a formar en los estudiantes para el Siglo XXI: la Curiosidad, la cual es ubicada dentro de un modelo de la motivación y enfocada en el impulso a la resolución de las incertidumbres. La curiosidad puede decirse que es el deseo de ver, de conocer, de saber; pero también tiene un segundo sentido[3]: aseo, limpieza, esmero, primor, pulcritud y cuidado, aspectos hoy promovidos con radicalidad en el discurso contra la pandemia.
Otra dimensión de las actitudes que propone Fadel es la Valentía. No en el sentido de retar los peligros o asumir riesgos de forma aventurera, sino en mitigar en los niños y jóvenes la falta de valor para ser auténtico o auténtica, sobre todo cuando se asumen estilos de vida y prototipos para crear un “mundo feliz” que haría que sus ciudadanos y ciudadanas creados como modelos Alfa, Betas, Gammas, Deltas y Epsilones, se olviden de los problemas.
O la escasa valentía para lanzarse hacia emprendimientos o crear sociedades de negocios.
Si las redes sociales son hijas de la globalización, también son madre y padre de comportamientos sociales y emocionales estandarizados y homogéneos, aun en contextos diferentes de desarrollo educativo. Así como la humanidad, hace 500 años con la revolución científica, admitió su ignorancia y empezó a sentir la necesidad de adquirir un poder sin precedentes, hoy esa misma humanidad, basada en ese mismo poder, convierte el planeta en una única liza histórica para combatir la primera pandemia de la era virtual, pero llevando al planeta de la mano por la ética consumista, esa que está incidiendo por ejemplo, en el mercado alimentario con comportamientos sociales desmedidos, irreflexivos y voraces.
Por ahora hay un comportamiento planetario o la nueva sociedad del pánico
[1] Un bulo es una falsedad articulada de manera deliberada para que sea percibida como verdad. https://es.wikipedia.org/wiki/Bulo#Bulo_informático
[2] Fadel, Charles; Bialik, Maya; Trilling, Bernie. “Educación en cuatro dimensiones: Las competencias que los estudiantes necesitan para su realización” 2015, Traducción al español por el Centro de Innovación en Educación de Fundación Chile, 2016
[3] Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, https://dle.rae.es/curiosidad