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Foto del escritorJosé Angel Pernett C.

Canasta Educativa para El Día Después

Actualizado: 2 jun 2020


Levantar el confinamiento a sectores de la población productiva y permitir la apertura de otros segmentos económicos para desacelerar el impacto de la crisis pandémica, deberá hacerse de la mano del sistema educativo interesado en retornar a las escuelas y a la presencialidad. No podrían padres y madres salir a producir dejando a los niños solos, confinados en sus hogares.



Existen evidencias de que los niños son propagadores asintomáticos, pero un estudio recientemente realizado, revela que son menos propensos al contagio, aunque se desconoce si esto es el resultado de estar poco expuestos socialmente o de sus resistencias biológicas. En todo caso, es una variable que establece un punto de tensión para gobiernos y direcciones escolares en Colombia, así como un desafío con el que “O se llenan de gloria o se cubren de vergüenza”. No es sencillo el asunto; la solución al Covid 19 está en la aparición de la vacuna y ésta, aseguran los expertos, no se dará antes de año y medio.


Colombia hace parte de dieciséis países de la región cuyo sistema educativo se inicia entre febrero y diciembre, por lo que las medidas tomadas durante la emergencia iniciada en el mes de marzo, tuvieron que hacerse sobre la calenda que apenas empezaba. Dada la movilidad interna de los educandos, ya me imagino a docentes y estudiantes, especialmente los nuevos, buscando afanosamente adaptarse a las sorpresivas condiciones, muchos de los cuales ni siquiera pudieron establecer un face to face presencial.


Aun no se ha evaluado que hubiese sido mejor: que la pandemia llegara después de haber transitado un buen tramo de presencialidad en las escuelas o el habernos sorprendido ésta en los puros comienzos del año lectivo. Pero bueno, ya el sistema está andando en medio de la incertidumbre, el afán y la improvisación, eso sí, con mucha paciencia y esmero creativo de maestros y maestras.


El Banco Interamericano de Desarrollo publicó un documento [1](descargable desde nuestra página web (www.edugesprospectiva.net/descargas) donde consideran que la reapertura de las escuelas, una vez se suavicen las medidas de distanciamiento social, estará asociada a tres factores: los aspectos sanitarios; los criterios de agrupamiento de los estudiantes y docentes; y las estrategias pedagógicas y de apoyo al aprendizaje; nada que sorprenda.


No obstante, pensamos nosotros que si algo debe ser retomado, mientras se programa el retorno, son los Proyectos de Prevención de Desastres y esta vez con referencia al factor sanitario. Los croquis levantados en todos estos años de las estructuras físicas, el sistema de evacuación, la focalización de los espacios críticos, el acceso y la disponibilidad de los baños, el abastecimiento de agua potable, la ventilación y acondicionamiento de lugares para el lavado de manos y la descontaminación de zapatos, obliga a un llamado participativo de la comunidad educativa para establecer los nuevos Protocolos de Higiene y Seguridad Escolar.


Frente a este último aspecto, es necesario determinar un índice de estudiantes por aula (seguramente esto será determinación del MEN) así como el de concentración en las áreas comunes. De igual forma, hay que programar la capacitación del personal administrativo, docente y de servicios sobre los protocolos de limpieza, salubridad, apoyo psicosocial a las familias, entrega de informes y la prevención del Covid 19 durante el tránsito de toda la comunidad, ya sea para llegar a la escuela o regresar de ella a sus casas.


El monitoreo de la salud también se incluye en esta canasta, para lo cual el BID hace un llamado a la coordinación con diversas entidades del medio, especialmente con las del sector. Vemos aquí un punto de amarre con lo que en uno de mis artículos llamamos la Curricularización del Contexto, estrategia que articula tres aspectos: la transversalización de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) con los Planes de Desarrollo Locales o municipales, que seguramente serán actualizados a los tiempos de pandemia y los Proyectos Educativos Institucionales. Por eso, el monitoreo de la condición del estado de los estudiantes, docentes y administrativos, mediante lecturas de temperaturas y signos vitales, hay que constituirlos en contenidos u objetos de conocimiento y a través de estudios de caso, sean abordadas por las asignaturas. Dos disciplinas deberán aparecer en los cursos superiores: Biotecnología y Bioética.


El agrupamiento de estudiantes deberá hacerse mediante estrategias pedagógicas y en forma progresiva a partir de una baja densidad. Tal vez se precise llamar en primer lugar a los cursos superiores, es decir aquellos que deberán rendir exámenes. O tal vez los de los primeros, dependiendo de las condiciones de apertura del sistema universitario.


Para establecer la gradualidad, el BID toma en cuenta tres aspectos: Gradualidad por Nivel Educativo, que es al que acabamos de referirnos; Gradualidad por Zona Geográfica, que se refiere a las regiones donde el impacto de la pandemia fue débil y se podrían abrir todos los niveles atendiendo protocolos sanitarios establecidos previamente y las condiciones de movilización. Por último la Gradualidad en la Densidad Estudiantil, donde se establecerían estrategias educativas a distancia o en línea, con jornadas presenciales más cortas, “a fin de que se garantice cierto distanciamiento social y se eviten aglomeraciones. Al principio, pueden considerarse días y horarios específicos por años o ciclos de estudiantes a lo largo de la semana, reservando una parte del tiempo a la limpieza profunda de los centros de educación.”[1].


Prospectamos nosotros que el sistema educativo debe prepararse para asumir las consecuencias de la ampliación de la brecha educativa, la desigualdad en el aprendizaje y la vasta deserción que dejará como consecuencia la pandemia. Hay que poner entonces a la orden del día, la actualización y en numerosos casos la transformación radical de los sistemas de planeación y gestión escolares. En efecto, las experiencias planificadoras de los docentes y las direcciones escolares no pasan de ser una programación para diez meses, es decir, carecen de experiencias prospectivas de más de un año, en cuanto a planeación.


Así lo demuestran las actividades de comienzo de año que se realiza una semana antes de iniciarse el período lectivo; actividades que se les denomina “de planeación”, pero que expresan un reducionismo conceptual entre programar y planificar en la escuela; este será otro asunto por aclarar, por cuanto ella, como institución, tiene un sendero largo que caminar al lado de otras instituciones sociales, económicas, culturales, políticas, etc.


Contextualizar el currículo implica empezar por ese lado; luego ir ascendiendo a procesos como la nivelación y aceleración de los aprendizajes, mediante el desarrollo de recursos análogos y on line o las modalidades flexibles. Recursos y modalidades que tendrán que encontrar nuevas formas de aprender, aquellas que se relacionen con lo que denominamos las Fuentes Especializadas de Información y que deberán ser del interés del componente tecnológico de cada escuela.


Pero también la Fuentes Cercanas de Información, que son aquellas próximas que debieran ser inherentes a la institución escolar. Entre estas está el Plan de Desarrollo Municipal o Local, del que anteriormente habíamos hecho mención, para extraer de allí no solo los problemas y las necesidades comunitarias, esas que tranversalizarán el Plan de Estudio y serán objetos de trabajo de las disciplinas académicas, al mismo tiempo que articularían el currículo con los programas y proyectos, esos a los que le apuesta cada gobierno local, municipal o departamental y a los que la escuela debería apostarle para contribuir, con todo y sus limitaciones, a los factores de desarrollo locales y hasta regionales.


La pandemia dejará severas lesiones, pero también excelentes lecciones. Una de ellas tendrá que ser el fortalecimiento de la educación de adultos. No nos puede agarrar una próxima crisis sanitaria con familias ignorantes que le rindan culto al miedo y a la desesperación. Si el desarrollo de un país pasa por educar a su sociedad, hay que proveer de este derecho humano a padres, madres y en general a jóvenes y mayores que se desescolarizaron tiempo atrás, mediante la implementación de modelos educativos flexibles o de aceleración, sobre todo cuando cerca del 10% de los estudiantes hasta los 14 años de edad viven con adultos mayores de 60 o más.[2].


Un aspecto de notable interés, tendrá que ser el Soporte Tecnológico. En el contexto de la emergencia educativa, por causa del Covid19, se puso al descubierto los tremendos desaciertos en este campo, ya que en el escenario mundial demostraron poca eficacia, tanto para la docencia como para el aprendizaje de los estudiantes.[3].


Toca asegurarse de dispositivos y/o plataformas que faciliten los procesos de enseñanza y aprendizaje; herramientas tanto para el estudiante como para el docente, con usabilidad dentro del aula como fuera de ella, e integrada a sistemas centralizados en la institución educativa. Tendrá que ser un sistema LMS integrado en línea con contenidos digitales y centrados en estrategia STEAM (Science, Technology Engineering, Art and Mathematics). Internet será un recurso, pero este dispositivo debe tener la ventaja, sobre todo en sectores rurales o de dificil conectividad, de no hechar mano al ancho de banda.


Tiene que ser una herramienta multifacética que permita acceder y elaborar planeación y programación de clases en situaciones de emergencia; sobre todo, si se le abre camino a iniciativas como la de compactar el horario escolar, centrándolo en asignaturas troncales, o ampliar la hora del descanso o recreo dividiendo los grupos. Algunas de estas iniciativas ya están implementadas en otros países, pero se encuentran todavía en proceso de experimentación y pilotaje.


La tecnología aplicada,  debe tener también la posibilidad de incorporar contenidos, gestión, administración docente, y métricas del proceso de EyA para cierto tipo de seguimientos disciplinares, al tiempo que se evalúan aspectos como las competencias las habilidades socioafectivas y las actitudes que permitan la toma de decisiones y continuar modelando clases presenciales y elearning; agregar posibilidades de repaso y refuerzo, Tableros de Control que ayuden al estudiante a construir una ruta de aprendizaje autónomo e individual, construcción de redes sociales y ser capaz de soportar un número simultáneo de estudiantes en línea por dispositivo; además, es requerible en estas circunstancias, una base de datos que soporte la atención de toda la comunidad educativa.


La escuela para el Día Después, necesita ser pensada AHORA; es decir, YA!


 

[1] BID, "Del confinamiento a la reapertura", Licencia Creative Commons IGO 3.0 Puede ser reproducida para cualquier uso no comercial otorgando el reconocimiento respectivo al BID. [2] BID, Idem, pág. 57 [3] Ministerio de Salud y Protección Social, M. (2007). Política Nacional de Envejecimiento y Vejez. Bogotá, D.C, Colombia. [4] El País de España, edición digital 28 de mayo 2020, www.elpais.com

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