El discurso de Gustavo Petro ante las Altas Cortes.
En el mundo de hoy, las organizaciones son más dependientes del conocimiento; esto se debe a la necesidad de elevar la productividad. Siendo así, la productividad está ligada a la ganancia y en consecuencia, a la inteligencia artificial.
El presidente Petro, en reciente discurso ante los magistrados de las Altas Cortes, sostuvo con certeza, la idea de que la inteligencia artificial (IA) en el capitalismo, es para aumentar la productividad, o sea, para aumentar las ganancias, que son el motor de la sociedad capitalista.
Expresó, además, que hay que regular el capital, ya que de lo contrario se desataría el fenómeno de la crisis climática y con ella la extinción de la vida. Afirmó, con vehemencia, que dependiendo para quien sea el beneficio de la productividad, así serán las consecuencias. En esa lógica, propuso como mecanismo para mitigar los conflictos sociales y la crisis climática, socializar los beneficios de la productividad.
Si la IA hace la labor rutinaria de los empleados (entiendo que incluye la categoría de trabajadores) la productividad adiciona un componente, un valor intangible: el tiempo libre que debe volverse tiempo libre pagado.
Este concepto de Productividad, interesante por la resignificación que hace respecto a décadas anteriores: en el sentido de que ya no es “hacer más con menos” como reza el principio; tampoco es “la cantidad de bienes y servicios producidos respecto a la cantidad de recursos utilizados”. Visto como lo ve el presidente de los colombianos, la relación Productividad-IA resulta siendo un complejo de relaciones que se fundamentan en el reconocimiento de las aptitudes ganadas por las personas en su tiempo libre.
La argumentada exposición ante las altas cortes, didáctica en materia de economía, medio ambiente y sostenibilidad, sin embargo, no ocupó espacio en algo no menos importante como se podría creer. Sin pretender nada que vaya más allá de un ejercicio intelectual y académico, nuestra reflexión tratará sobre el hecho de que el tiempo libre no solo es un espacio para el ocio y la diversión, sino también una oportunidad para la formación de valores, la práctica de la responsabilidad social y el desarrollo personal; me refiero a la Ética, que para el caso, relacionamos con la productividad. Hacer esta reflexión implica tratar de unir lo que generalmente se separa: ETICA Y EFICIENCIA.
La idea del presidente Petro de socializar los beneficios de la productividad “pagando el tiempo libre”, evoca un concepto de productividad centrado en la cultura, porque implica la innovación y en tal dirección significa una apertura de las organizaciones a las habilidades de aprendizaje para el siglo XXI (Creatividad e Innovación, Comunicación, Colaboración y Pensamiento Crítico).
La idea de "pagar el tiempo libre" en el contexto de una productividad impactada por la IA, sugiere que, al igual que se compensen económicamente las horas de trabajo, se debería valorar y dedicar tiempo al ocio y al descanso como parte integral de un enfoque productivo. El tiempo libre no es simplemente un espacio vacío entre tareas; es un componente esencial de la productividad. El descanso y el ocio permiten la recuperación, la creatividad, la innovación y la claridad mental, lo que, a largo plazo, mejora el rendimiento laboral.
Si el objeto principal de la ética es el logro del bien común, entonces la ecuación será: si hago bien las cosas, mejoro mi calidad humana, mejoro en mi rendimiento laboral, es decir, seré más productivo, pero ya no solo para ganar más dinero, sino también para ser mejor persona. En un entorno laboral, promover una cultura que valore el tiempo libre y el bienestar de los empleados puede resultar en una mayor satisfacción y retención del talento.
En esa dirección, para “pagar el tiempo libre” no será suficiente tener el concepto de BIEN o BUENO en la cabeza. Se necesitan de todos modos, criterios, reglas, principios o normas que nos ayuden a decir “haz siempre el bien”, “respeta siempre a tus compañeros y compañeras” o “habla siempre con la verdad”; esto es lo que haría evidenciable, en la vida real, los conceptos de Bien y de Bueno. Equivale a establecer marcos regulatorios de transparencia en el uso de procedimientos y algoritmos, así como alentar una cultura de responsabilidad en el desarrollo y la aplicación de la IA.
Aun así, tampoco es suficiente la regulación con normas y reglamentos; hay que contar con los hábitos. Decir siempre la verdad conlleva a que seamos sinceros, como por ejemplo, “utilizo mi tiempo libre con responsabilidad y honestidad”; y esta cualidad se logra como fruto del habitó o sea de la repetición de ese mismo acto.
Así pasa con otras virtudes como la justicia, la honestidad, la responsabilidad, etc. Se aprenden ejercitándose en comunidad y este ejercicio solo es posible, en tanto se construyan, para tales efectos, escenarios de aprendizaje y de inclusión social, tanto en organizaciones productivas, comerciales, de servicios y desde luego escolares. El aprendizaje solo es posible en comunidades de práctica, donde aprender será siempre a través y con el otro (J, Gómez E, 2005)
En Colombia, donde el poder partidario incluye cuotas políticas en sitios de trabajo; ineficacias académicas amparadas por fueros sindicales; mentiras superpuestas a la verdad en las redes sociales; indisciplinas frente a todas las normas; dádivas o “ligas” para desaparecer evidencias indisciplinarias; transferencias de capitales hacia paraísos fiscales para invisibilizarlos; congresistas amarrados a narcotraficantes, minería ilegal y viejas mañas antidemocráticas; empresarios del transporte que se benefician de una plusvalía voraz aplicada al trabajo de conductores y una justicia, que a momentos no es justa con las víctimas de delitos atroces, “pagar el tiempo libre” no será asunto de aprobar una ley, entre otras, porque sería casualmente ese mismo congreso antiético quien la aprobaría. Aquí es donde la escuela entra a jugar su papel, y en esta materia, para nada la veo cerca.
Si la protesta es un derecho, promoverla, para su aprendizaje, será un deber; por esta razón no debe ser punible y menos reprimida. Esto es lo que hay que decir a quienes desde los estrados del congreso incitan al gobierno a retomar el sendero represivo de gobiernos anteriores. Pero el magisterio parece no advertirlo.
La formación ética, impartida no con el modelo bancario y "académico" sino construyendo escenarios de inclusión en todas las instancias del Estado, así como en instancias laborales de organizaciones de carácter privado, serán esenciales para asegurar un “tiempo libre pagado”, como factor de la productividad.
A Manera de Conclusión:
¿Qué tan lejos o tan cerca está la sociedad colombiana para que ascienda al nivel del “trabajo libre pagado” como factor de la productividad? Creo que este interrogante no debe ser la preocupación inmediata. Lo inmediato es que la escuela deba seguir trajinando sobre la necesidad de construir esos escenarios para los nuevos aprendizajes y darle cabida a la nueva utopía de la productividad ética y la Inteligencia Artificial con nuevos Proyectos Pedagógicos Institucionales, no tanto endógenos como sí exógenos, y en situación de desafío respecto a los programas que contienen los Planes de Desarrollo Municipales.
REFERENCIAS
Aristóteles. (1986). Ética a Nicómaco. (Trad. de Manuel García Morente). Argentina: Espasa Calpe.
Gómez, Esteban, Jairo, Aprendizaje ciudadano y formación ético-política, Univ. Distrital Fco José de Caldas, 2005
Journal of Business Ethics https://link.springer.com/journal/10551/articles
MacIntyre, Alasdair. (1981). Después de la virtud: Una investigación sobre el concepto de la ética en la sociedad contemporánea. (Trad. de José L. García García). Buenos Aires: Ediciones Siglo XXI.
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